Rubén Uría escribió:Otamendi y los 50
“El Valencia CF ha llegado a un acuerdo con el Manchester City FC para el traspaso de Otamendi. El Valencia le desea la mejor de las suertes en su nueva etapa profesional”. Dos líneas de comunicado oficial para explicar una intrahistoria digna de enciclopedia. Fieles a la opacidad que hoy los clubes llaman transparencia, ni Valencia ni City nan ofrecido cantidades del traspaso, mientras que la prensa porfía que lo de Otamendi han sido 45 M€. Una cifra que coloca al argentino entre los tres defensas más caros de siempre y le sitúa al nivel de Villa como traspaso más caro de la historia del club. Una operación bien vista por la opinión pública, fundamentalmente por los aficionados que no son valencianistas, porque el planteamiento consiste en subrayar que sacar 45 M€ por un defensa es un negocio redondo. A bote pronto, lo parece. La pregunta del millón es ¿ha sido la mejor operación posible? Primero, conviene ubicarse en el escenario: quien paga manda. Peter Lim, mientras se devana los sesos sobre si capitaliza el club o no, es propietario, recibe el asesoramiento y consejo de Mendes y vende a quien le da la gana, cómo y cuando quiere, eso es así. Tan triste como correcto.
Dicho eso, urge detenerse en la postura del club de Lim. No hace mucho, Salvo, el mismo día de su renuncia, aireó que el precio de Otamendi eran 50 millones de euros. Y Lay Hoon, en la que Lim delega el día a día, sin que nadie le pusiese una pistola en el pecho, reiteró que Otamendi eran 50. La realidad es que, después del “no” de Mangala (la cesión del ex del Oporto más 40M€ por Otamendi eran una buena jugada porque había dinero y también contrapartida deportiva), el City no ha pagado por el central lo que el Valencia pedía por él. Es más, el VCF, que no obtuvo ninguna rebaja por Negredo (30M€) y sólo una facilidad en los pagos, sí ha rebajado el precio que puso a Otamendi, por el que se pagarán 45 M€ y no los cacareados 50 kilos. Ota costó 12 M€ y dejará en caja 45 M€, gran plusvalía, pero ¿por qué 5 M€ menos? Para muchos, una anécdota. Para otros, 5M€ no son calderilla, sino 830 millones de las antiguas pesetas. Ni Galerías Preciados en sus mejores tiempos tenía esas rebajas. Si el VCF no deseaba vender ¿por qué ha habido negociación? ¿Cómo es posible que un club que remite a la cláusula de su jugador acceda a rebajar el precio de lo que, según ellos, no estaba en venta? Para eso, mejor haber negociado en julio y no esperar a última hora con prisas de malos toreros.
La cronología es muy cruda: Otamendi, después de que su agente ningunease al Valencia, volvió de vacaciones, se negó a entrenar y se borró del partido más importante de la temporada para el equipo que le pagaba religiosamente. Nadie del club tomó la decisión de sancionarle (¿?). Vivir para ver. Después, cobrando todavía del Valencia, se desplazó a Manchester sin que la operación estuviese cerrada. Para el valencianismo, kafkiano. Para el comprador, limpio como una mañana de primavera: se apura calendario, se juega con la necesidad ajena y se consigue una rebaja. ¿Llamó a la puerta el City o el Valencia ofreció al jugador? Hay más. El VCF consintió perder uno de sus mejores activos y no inscribir a su sustituto para la vuelta ante el Mónaco. Falta de cintura. Y de principios, porque todo el valencianismo habría aplaudido si hubiese conocido el nombre del sustituto del argentino minutos antes que el anuncio de su venta. Tampoco sucedió. Fuentes del entorno del club señalan que la propiedad acudirá al mercado si el equipo se clasifica para la fase de grupos de la Champions. Sólo invierte si pasa. No es el plan de choque ideal para un equipo que aspira a ser grande. Vendido Otamendi y no por los famosos 50, el Valencia queda en una situación delicada. Necesita un central, toda Europa conoce sus urgencias y los posibles vendedores saben que el Valencia tiene dinero fresco y que le podrán sacar una buena cantidad, sin rebajas tipo Galerías Preciados.
Otamendi entró en el Valencia pero el Valencia jamás entró en él. Puede que la mayoría de la opinión pública, valencianista o no, siga convencida de que su venta por 45 millones de euros es un gran negocio, pero a uno, que le pagan por cuestionarse cosas y no por apasionarse con ellas, le da por pensar en otra versión que no excluye la de la abrumadora mayoría. Que el Valencia, como club, ha dado una sensación de fragilidad que no se merece su afición. Esa que no tiene cláusula de rescisión, esa que renueva el abono, esa que sabe que el escudo va por dentro y no por fuera. Esa que confía en que, cuando sus dirigentes les prometan que Otamendi son 50, al final sean 50.