Si esta repetido lo siento,pero no lo he encontrado por ninguna parte
Paco Gisbert en la cartelera turia escribió:
EL FLACO
Hasta el verano de 1999, hablar de El Flaco en la ciudad de Valencia era hacerlo del fotógrafo de la Turia, ese testigo de la actualidad social y cultural de la ciudad que, cámara en mano, ha escrito con sus instantáneas muchas de las páginas de la historia de Valencia. En el verano de 1999, el Valencia CF fichó a un defensa central alto y delgado, que venía de completar una temporada discreta con el FC Barcelona, al que apodaban El Flaco. Se llamaba Mauricio Pellegrino.
Pellegrino llegó a aquel equipo en la primera temporada de Héctor Cúper, como un complemento para una defensa que tenía como principal valladar a Miroslav Djukic, un jugador inteligente y elegante, dotado de una extraordinaria técnica para sacar el balón desde su posición. Pellegrino llegó como antagonista del futbolista serbio: era un defensa desgarbado pero efectivo, estéticamente poco vistoso pero muy inteligente por la gestión de sus propias carencias, ya que sólo hacía sobre el campo aquello para lo que estaba dotado. El Flaco pasó en el Valencia los mejores cinco años de su carrera, en los que consiguió dos ligas, una supercopa de España, una supercopa de Europa y una Copa de la UEFA. Pero también vivió el momento más amargo de su vida como deportista: fue él quien erró el último penalti en la tanda que dejó al Valencia sin la Liga de Campeones de 2001 ante el Bayern.
Ocho años después de marcharse de la misma forma que se fue, sin hacer ruido, Pellegrino vuelve al Valencia para hacerse cargo de la dirección técnica del primer equipo. Su elección comporta un riesgo importante: el argentino no tiene ninguna experiencia como entrenador en primera división, ni en España ni en el resto del mundo. Su currículo como técnico está lleno de líneas en las que figura como segundo entrenador o como parte del personal de formación de un club. Su forma de concebir el fútbol es una incógnita, pues, incluso como jugador, Pellegrino no fue el típico defensa que se adaptaba mejor a unos sistemas que a otros. Fue igual de válido para equipos que se armaban desde una retaguardia firme, como el que concibió Héctor Cúper, como para los que hacían de la solidaridad un arma para ganar, caso del Valencia de Rafa Benítez, o los que apostaban por un juego atacante, como el Barcelona de Van Gaal. Nadie sabe cuál será el aspecto del Valencia de El Flaco.
Para sorpresa general, la llegada de Pellegrino al banquillo del Valencia ha despertado un sentimiento positivo en el entorno del club. Acostumbrados al discurso plano de Unai Emery, los aficionados ven en El Flaco una pieza diferente que puede ensamblar un equipo quizás demasiado instalado en el conformismo, pese a que los antecedentes no sean precisamente halagüeños. La última vez que el Valencia inició la liga con un técnico sin experiencia en primera división, cuando Óscar Valdez se hizo cargo de la primera plantilla desde el Mestalla en 1985, el equipo acabó la temporada descendiendo a segunda. El aficionado ve en Pellegrino lo mismo que veía en aquel defensa patoso pero infalible que conoció a primeros de la década pasada: alguien con liderazgo para dar el salto de calidad que se le pide a los jugadores.
Los medios de comunicación han encontrado en Pellegrino una mina, tras las atropelladas ruedas de prensa de Emery, plagadas de tópicos y adrenalina mal administrada. El Flaco es un tipo culto, pese a su escasa formación académica, preocupado por aspectos extrafutbolísticos y con un discurso coherente, de esos que dan mucho juego delante de un micrófono o para escribir una semblanza periodística. Sorprende, por tanto, que Valencia haya acogido con más esperanza que recelo la llegada de un entrenador bisoño, sin experiencia y con un buen número de incógnitas sobre su personalidad y su manera de trabajar. Quizás la única respuesta a tan cordial bienvenida sea que Pellegrino formó parte, de manera muy activa, de la generación más gloriosa del Valencia en el último medio siglo. Y eso, para un valencianista, son palabras mayores.
PACO GISBERT