Los obispos y el 4-3-3
J. V. ALEIXANDRE
La senda de la verdad está salpicada de espinas. El camino de la salvación no es llano, sino una continua carrera de obstáculos. No se trata de ninguna orientación doctrinal de los obispos, tan en boga. (A mi, dicho sea de paso, el último atrincheramiento episcopal me parece perfecto. Viene a situar a la iglesia española en las auténticas coordenadas de su rancia tradición: reaccionaria, integrista, inquisitorial, franquista... Lo otro, lo de los curas progres, los cristinos por el socialismo, y los kumbayás postconciliares, son excepciones, cuando no mistificaciones. Prefiero la sotana al clergyman; la tonsura antes que la melena; el hábito del lobo a la sudadera con piel de oveja. Cada uno en su sitio y la iglesia donde casi siempre ha estado: junto a la derechona. Y perdón por la disgresión, pero uno se mete en estos jardines celestiales, con igual legitimidad, que ellos, los monseñores, se adentran en charcos mundanos).
Hablábamos de fútbol, aunque no lo pareciera, y decíamos que hasta que Ronald Koeman vea la luz y sea derribado del caballo del 4-3-3 sobre el que cabalga orgulloso, aún tendrá que tropezar muchas veces. Un buen entrenador es el que sabe extraer las mejores cualidades de sus hombres y armonizarlas en un conjunto. Es evidente que, en el caso del Valencia, con la excepción, quizás, de Emiliano Moretti, no hay ahora mismo ningún futbolista que esté rindiendo al tope de sus posibilidades. Por tanto, el equipo está muy lejos de su máximo nivel. Si a las bajas prestaciones individuales, se les suma la desorientación que reina en el colectivo, el resultado es el que está la vista: un equipo caótico.
Para R.K, el 4-3-3 es la verdad revelada por los dioses del Olimpo a través de su profeta Cruyff, su maestro y preceptor. En el VCF, esa táctica se dibuja, de momento, en un 4-1-4-1, aunque Koeman, por lo que se deduce de sus alineaciones, pretende que sea un 4-2-3-1.
Hagamos memoria. Cuando Frank Rijkaard aterrizó en el Camp Nou, también llevaba el 4-3-3 marcado a fuego en el frontispicio. Pero aplicó la variante 4-2-1-3 que le imponía Cruyff. El equipo blaugrana anduvo media Liga de cráneo, como ahora el VCF. Hasta que Rijkaard decidió volar por su cuenta y variar al 4-4-3. La segunda vuelta del Barça fue espectacular. Tintín debería mirarse en el espejo de su paisano. Las tácticas son negociables. Y las cabezas cuadradas, aunque lleven mitra, son perecederas.
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