El nuevo Mestalla podría ser municipal
JULIÁN GARCÍA CANDAU
El nuevo Mestalla, probablemente, será campo municipal. De acuerdo con los datos de la gestión de Juan Soler, el club no podrá atender al gasto de la construcción y para que las obras lleguen a término tendrán que hacerse cargo de ellas las autoridades municipales. Rita Barberá, alcaldesa, está ilusionada con poder celebrar en el nuevo estadio campeonatos mundiales de atletismo. Debe comenzar a preguntarse si ello será posible salvo que sea ella quien acometa la terminación del proyecto.
El peor problema del Valencia, contrariamente a lo que señalan las apariencias, no es el deportivo aunque la trascendencia de este no debe minusvalorarse. La gravedad de la crisis (¿ se refería a ella Ronald Koeman cuando para justificar la derrota ante el Almería dijo que ella está en el club?), tiene a la sociedad al borde de la catástrofe. Con Soler al mando, el Valencia ha pasado por lo que se conoce como causa de disolución. Fue salvada con los 90 millones de euros que se obtuvieron de Porxinos. Esta operación, que la gafó el presidente cuando anunció que daba un pelotazo, se anunció como la gran solución porque con ella se iban a cubrir las deudas. No ha sido así porque estos millones se han invertido en el presupuesto para los gastos corrientes de la temporada.
Soler tomó el mando cuando la deuda estaba en 120 millones de euros. Ahora, se puede cuantificar en unos 400. A los 270 que había en junio del pasado año hay que añadir lo gastado en fichajes que están alrededor de 50 millones más y si a ello sumamos las últimas contrataciones y los 80 de ampliación de crédito, el montante se va por encima de los 400. El club está en auténtica ruina.
A este panorama hay que añadir el dato de que en teoría se han ingresado 90 millones de la venta de la primera parcela del recalificado Mestalla y que, según se comprometió previamente, fue adquirida por el propio presidente.
El club se está manteniendo fundamentalmente, vendiendo activos y el dinero que se percibe por ellos no va a enjugar deudas que habría sido los razonable. La economía de la sociedad anónima se mejora con la venta de patrimonio o con la ampliación de capital. Esta solución sería la menos dolorosa, pero Soler tiene pánico a ella. Si se tomara tal decisión, para mantener su porcentaje accionarial, aproximadamente el 32 por ciento, tendría que desembolsar gran cantidad de dinero y de no hacerlo así se toparía con la aparición de uno o varios accionistas que aumentarían considerablemente su participación y podrían derrocarle inmediatamente.
Soler, en teoría, no tiene grandes apoyos accionariales puesto que quienes forman parte del actual consejo de administración son minoritarios, y en algunos casos, más que minoritarios. Ocupan asiento en el consejo por amistad.
Para intentar salvar la crisis sería necesario convocar junta general de accionistas y pedir en ella la acción de responsabilidad civil por la funesta administración que dirige Soler y bendicen sus amigos. Para la celebración de la misma es necesario contar con el 5 por ciento de acciones y para tal cantidad bastaría con que lo solicitara Vicente Soriano, quien posee 16.000 acciones.
Soler se siente fuerte, aunque no da la cara, y la celebración de esta junta con tal petición en el orden del día, seguramente, le aconsejaría cambiar sus métodos. Tal solicitud le crearía pánico y hasta es posible que antes de verse en tal situación dejara la presidencia aunque fuera en manos de un adlátere.
El club se ha mantenido con los ingresos extraordinarios que no han procedido de la actividad habitual o propia de la entidad como contratos televisivos, venta de la imagen o traspaso de jugadores. Soler ha echado mano de las ventas patrimoniales y la espiral de la deuda sigue ascendiendo.
Independientemente del desastre deportivo, se viene encima el drama del nuevo estadio que, presupuestado en 300 millones de euros, probablemente, como suele ocurrir con todo tipo de obras, inevitablemente, tendrá aumento en algunas partidas. El Valencia no tiene fondos para acabar las obras. La primera solución sería reducir el proyecto a lo imprescindible con lo que el recinto ya no sería de cinco estrellas, sino más bien, chapuza. Para que doña Rita vea cumplidos sus deseos de organizar mundiales de atletismo, se verá en la necesidad de tomar serias medidas económicas. Según expertos economistas que conocen las finanzas de la sociedad, las obras tendrán parón por falta de dineros. En ese caso las autoridades, que han recalificado Porxinos y Mestalla se tendrán que hacer cargo del problema. El Valencia acabaría jugando en campo municipal como Deportivo, Osasuna, Valladolid, Villarreal, Espanyol, Numancia, Real Sociedad, Murcia, Recreativo u Oviedo, pongamos por caso, y no en casa propia como ahora, y como seguirían jugando Barça y Madrid, clubes a los que aspiraba a igualarse Soler.
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