SENTIMENT CHE

Geralt de Rivia escribió:Es que no había emote de bocadillo con la cara de Pepe Colubi... :?:

Euge Mourinho escribió:Bienvenido a SC

Mario Alberto escribió:Yo es que la expresión "periodista deportivo" la considero un oxímoron.

Los últimos pecados del Valencia


Pako Ayestarán, durante el partido contra el Eibar.

Sin puntos, roto en defensa y sin '9', apura el mercado para cubrir carencias

INMA LIDÓN
Valencia@inma_lidon
29/08/2016 09:29

Se acabaría vender cada verano al mejor de la plantilla. Futbolistas de renombre en el mercado y jóvenes valores llegarían a Mestalla. La inversión del nuevo dueño consolidaría al equipo en Champions y los ingresos se multiplicarían en un proyecto global que relanzaría la proyección internacional del equipo. El Valencia volvería a la pelea por los títulos en cinco años. Han pasado tres y nada de lo contado tras la venta se ve en el campo. Ni en Mestalla ni en el nuevo, que sigue siendo un esqueleto de hormigón. El club vive maniatado por la limitación de recursos, condenado a deshacerse de sus jugadores al primer destello y convertido en un equipo en permanente construcción.

Peter Lim centró su inversión en aligerar el yugo de la deuda que el Valencia arrastra desde hace décadas. Le dio oxígeno para centrarse en la competición. Sin embargo, despojó al club de los resortes necesarios para sobrevivir en el especial negocio del fútbol. El Valencia tiene un consejo de administración sin una sola persona de fútbol en sus sillones y unos ejecutivos con apenas capacidad de maniobra. Todo recae en la presidenta Layhoon Chan, mano derecha de Peter Lim, y en el consejero delegado Kim Koh. Ninguno habla español y ninguno había tenido contacto con este negocio hasta que su jefe les encomendó la tarea. Ese nexo con las bambalinas iba a ser Amadeo Salvo, pero después de un año rechazó el papel. Lim lo fio todo a sus inexpertos gestores y al auxilio que le prestaría su amigo Jorge Mendes.

El Valencia es un club que siempre ha sabido sobrellevar el caos social y combinarlo con un excelente rendimiento deportivo. En los últimos años ha perdido esa capacidad. En Paterna el panorama no es halagüeño. Con director deportivo o sin él, los errores se han sucedido hasta poner al equipo mirando al descenso. Una maraña de fallos en fichajes ruinosos, ventas continuas, apuestas arriesgadas en el banquillo... El Valencia se ha desubicado.

Las dos últimas derrotas -Las Palmas y Eibar- son el reflejo. El equipo se ha plantado en este inicio de campaña a medio hacer, pese a la continuidad del entrenador y la presencia de un director deportivo, García Pitarch, con el único cometido desde enero de armar un grupo. El mercado es caprichoso para todos, pero el plan B no estaba ni siquiera hilvanado. O no era del agrado del dueño.

Paco Alcácer y Mustafi salen del Valencia sobre la bocina por la necesidad de obtener recursos con los que reforzarse sin que Peter Lim tenga que poner un euro más.

El Valencia sigue sin tener capacidad para retener a sus figuras por su economía y ha perdido atractivo, tanto que le cuesta encontrar recambios. La venta de Otamendi hace un año se tradujo en la firma de prisa y corriendo de Abdennour por 25 millones, una operación ruinosa. La grada de Mestalla tiene asumida la compraventa, saben que está en el ADN del club. La diferencia es que antes se marchaba la estrella pero quedaba una vigorosa clase media con galones y era un regalo recibir una oferta valencianista. Ahora ya no.

La plantilla del Valencia es demasiado imberbe. Se le presume talento pero necesita un tiempo para enseñarlo del que el propio club no dispone. La madurez cuesta cuando pesa la responsabilidad, y nada más rozarla, la puerta de salida se abre para ellos y el equilibro de jerarquías en el vestuario vuelve a quebrarse. Nadie resiste para dar su mejor versión en el Valencia, antes se marcha, por convicción o por necesidad.

Este arranque con dos derrotas deja entrever que el equipo se ha limitado a retomar lo que dejó en junio. Lleva 18 partidos encajando goles, su defensa sigue siendo lenta, pasiva, sin calidad y ahora mermada. Los tres centrales que tiene Paco Ayestarán llevan en la lista de transferibles desde junio. Y no hay manera de colocarlos. Los refuerzos no llegan y los automatismos defensivos no se pueden engrasar.

En ataque, se marcha el jugador bandera y se fía todo a Nani, la mejora de Rodrigo y el desparpajo de Santi Mina. Puede alcanzar siempre que nada se tuerza. El Valencia se ve obligado a funcionar como un reloj para alcanzar sus objetivos, y aún está demasiado lejos de eso. Tanto en Mestalla como en Ipurua se han vislumbrado intermitentes signos de mejora. El centro del campo maneja con más criterio y, sobre todo, el equipo no se deshace al primer obstáculo. El desánimo aún no pesa, no se bajan los brazos. Pero, ¿cuánto durará si no se suman puntos?

http://www.elmundo.es/deportes/2016/08/ ... b45e2.html