
Últimamente, probablemente por toda la bazofia que pasa ante mis ojos de forma consecutiva, tengo la fea costumbre de dejar que mi mente fluya por pensamientos intrascendentes mientras leo. Me doy cuenta que es algo que resulta cargante en muchas ocasiones (y liberador en otras muchas). Las características de esta obra, la forma de su prosa, su poesía escondida, hicieron que mi mente divagara de forma aleatoria en su lectura de forma que me resultaba absolutamente chocante que algo tan bien escrito estuviera tan vacío de contenido. Craso error.
Las diferentes críticas que había leído de la obra, la magnífica forma en que está escrita y las notas finales del libro me hicieron reflexionar: debía estar cometiendo una falta de dimensiones descomunales. Y bien cierto era.
Al ser un libro corto, me he permitido el lujo de volver a leerlo, paladeando, saboreando cada una de sus frases, cada uno de sus párrafos, sin dejar a mi mente suelta por el mundo onírico. Y he visto la luz. Es una JOYA (con mayúsculas). Una sencilla historia de amor (y una crítica brutal a la sociedad de los 40/50) que llena los sentidos al leerla.
PD: A todo aquel que se atreva a leerla, le rogaría que lo hiciera en momentos de soledad, sin ruido, sin parloteos de fondo, un cara a cara entre el libro y el lector, deletreando cada palabra como si nos fuera la vida en ello.