Clemenza escribió:
Lo que pasa es que la juventud es engreida y le mola el vacile y quiere impresionar. Se hacen llamar ultras, sacan un par de banderas del aguilucho, aunque aquello se acabó 20 años antes de que nacieran y ni saben de qué va el tema. Idem con un par de cruces gamadas, cuatro gritos para acojonar... El 95% no pasa de ahí, es rabia juvenil codificada en una iconografía y traspasada el fúlbol, que diría Villar. El 5% restante sí es peligroso, y son los que hay que controlar, a ser posible, echar.
Pero hay que tener miedo a los ultras, ni expulsarlos. Hay que apoyarlos, negociar, hacerles ver que pueden tener ventajas si no se pasan de la raya, para que ellos mismos ayuden a controlar a esos elementos que no van al fútbol sino a ver que sacan del tumulto.
Me has recordado a una escena de Torrente, en la que al ver unos skinheads apaleando a un hombre suelta con una sonrisa algo así como "Joé, como están los chavalitos".
Desde el primer momento en el que se saca una bandera del aguilucho ni apoyos, ni comprensión ni su zorra, fea y gorda madre. El que peguen o no por lo general me da igual, van al lado de gente que sí lo hace, y van a gusto.
Por otro lado, el fenómeno ultra está bastante interconectado con la extrema derecha y ciertas organizaciones. Los que parecen normales son los miembros más veteranos, los que antes sí eran violentos y ahora reparten el pescado. No conozco la situación de los Yomus, pero las brigadas blanquiazules siempre han funcionado así, y también los Boixos. He conocido unos cuantos brigadas y algún boixo... no están muy bien de la cabeza pese a que puedan ser amigables y hasta entrañables.
Yo no sé qué tipo de relación has tenido con gente así, pero tu discurso me parece de una candidez sorprendente. Que sean un quiero y no puedo no significa que sean menos repulsivos que otros que sí asustan. Sólo significa que en Valencia son débiles. Ahora... dales la mano, dásela a ver qué es lo que arrancan.