-tras la llegada de Eduardo Zaplana, en julio de 1995- mejoraron notablemente las tarifas del artista de Benimàmet. En vez de percibir un porcentaje sobre el presupuesto del proyecto básico y de ejecución, como se estipulaba en los contratos suscritos en 1991 y 1992 con la Generalitat socialista, pasó a cobrar una parte del "coste real total" de la obra, esto es, el presupuesto más los sobrecostes generados por los diversos modificados que realizaba el propio arquitecto. En ese sistema de primar la eficiencia inversa, se aumentó, además, el porcentaje las retribuciones. Así, en l'Hemisfèric y en los primeros trabajos del Museu Príncep Felipe, desarrollados antes de 1995, Calatrava ingresó el 6,5% sobre el presupuesto del proyecto y un 4,5% por dirección de obra. Este segundo concepto de honorarios, de mucha menor cuantía que la redacción del proyecto, siempre se ha calculado sobre el coste real. Con el nuevo sistema tarifario, el autor de la arquitectura del complejo de ocio logró otra ventaja añadida al percibir en total un 12% del coste de la obra: el 7,5% por proyecto -un punto más- y el resto, por dirección de los trabajos
Con estos tios habiles pasó a cobrar por sobrecostes los cuales no fueron pequeños:
Estación y puente de la alameda : 185,7%
L'Hemisfèric: 77,8%
Museo Príncipe Felipe: 141,6%
L'Umbracle: 120,9%
Palau de les arts: 209,0%
Puente de l'assut de l'or: 156,5%
El Ágora: 117,9%
Con eso queda todo dicho.