Dudas, incorrecciones y curiosidades lingüísticas de fútbol

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Mario Alberto
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Re: Dudas, incorrecciones y curiosidades lingüísticas de fút

Mensaje por Mario Alberto »

Suele decirse que el mejor modo de defender es tener el balón: si el rival no ataca —es de cajón—, las posibilidades de recibir un gol se reducen a cesiones imprecisas al portero. Así usado, el verbo defender se percibe claramente como antónimo de atacar.

¿Qué ocurre, en cambio, si se afirma que un central defiende a un delantero?, ¿realmente está saliendo en su defensa y librándolo de algún peligro?, ¿o más bien resulta que este modo de defender es tan peculiar que se caracteriza por agarrar al nueve por la camiseta, zarandearlo, estrujarlo, saltar pegado a él para dificultarle el remate, sacar el codo, meterle un empujón en el aire y, para que no se relaje al terminar el salto, derribarlo de un hachazo donde pille si el delantero no se ha desequilibrado al regresar al césped? ¿Son estas formas de defender a una persona?

Y es que defender podría ser una de esas curiosas y escasas palabras que no solo son polisémicas, circunstancia frecuentísima, sino que encierran significados antónimos: así como dar clase puede significar tanto impartirla como recibirla o alquilar una casa puede equivaler tanto a cederla su dueño a cambio de una renta como a tomarla en arrendamiento el inquilino, es posible defender a tu equipo y defender al contrario. «Fútbol es fútbol», como diría Boskov.

Los diccionarios dan por buenos ambos usos: si la primera acepción de este verbo es ‘proteger, apartar o preservar de un daño o de un peligro’, de acuerdo con el Clave, la tercera es ‘impedir u obstaculizar la acción de un adversario’.

Las palabras con dos significados antónimos se conocen como autoantónimos. Los clásicos son los ya mencionados de dar clase y alquilar, así como huésped o nimiedad. ¿No sorprende descubrir, por ejemplo, que nimiedad puede significar ‘exceso, demasía’ y, al mismo tiempo, ‘pequeñez, insignificancia’?

En esta misma línea, en fútbol se emplea en ocasiones el verbo enervar: «Antes del descanso, llegó la jugada que terminó por enervar al público de Montjuic». Tanto en el lenguaje jurídico como en el médico, este verbo significa ‘debilitar, quitar las fuerzas o los nervios’, pero el uso popular ha terminado imponiendo también el sentido de ‘poner nervioso’, de modo que en la actualidad enervar equivale tanto a ‘quitar los nervios’ como a ‘poner de los nervios, irritar’, en este caso, a la afición españolista.

Por último, el verbo conjurar se emplea transitivamente con el sentido de ‘impedir, evitar, alejar un daño o peligro’: «El portero inglés se mostró muy seguro en el uno contra uno y conjuró el peligro»; como pronominal, sin embargo, conjurarse significa ‘unirse con alguien para un fin’: «Se conjuraron para lograr la remontada». Es decir, que usamos este verbo (aunque uno en forma transitiva y otra en pronominal) tanto para alejar como para perseguir.

El lenguaje del fútbol, como se ve, no es ajeno a la paradoja y, en tal medida, es una escuela de vida. No todo es blanco o negro y ni siquiera gris, sino que muy a menudo algo es blanco y negro al mismo tiempo y hay que aprender a vivir en medio de la incertidumbre. Por ejemplo, en medio de un paso de cebra.
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Saryon
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Re: Dudas, incorrecciones y curiosidades lingüísticas de fút

Mensaje por Saryon »

Qué diantres pretenden contar cuando dicen que "Banega filtra la pelota"??? icon_tititi

Filtrar
1. tr. Hacer pasar un fluido por un filtro.
2. tr. Seleccionar datos o aspectos para configurar una información.
3. tr. Divulgar indebidamente información secreta o confidencial. U. t. c. prnl.
4. tr. Hacer pasar una radiación o un tren de ondas por un filtro.
5. intr. Dicho de un líquido: Penetrar a través de un cuerpo sólido.
6. intr. Dicho de un cuerpo sólido: Dejar pasar un líquido a través de sus poros, vanos o resquicios.
7. intr. coloq. Cuba. Dicho de una persona: Tener mucha capacidad o competencia para captar algo.

Quizá la pelota es el líquido y los defensas el filtro? [-X
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Saryon
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Re: Dudas, incorrecciones y curiosidades lingüísticas de fút

Mensaje por Saryon »

Ahora "era un remate muy vivo"
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CHEJOV
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Re: Dudas, incorrecciones y curiosidades lingüísticas de fút

Mensaje por CHEJOV »

Saryon escribió:Ahora "era un remate muy vivo"
Hoy han dicho el clásico......A falta de X minuto el Nastic "sigue vivo".
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Rubén
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Re: Dudas, incorrecciones y curiosidades lingüísticas de fút

Mensaje por Rubén »

Saryon escribió:Qué diantres pretenden contar cuando dicen que "Banega filtra la pelota"??? icon_tititi

Filtrar
1. tr. Hacer pasar un fluido por un filtro.
2. tr. Seleccionar datos o aspectos para configurar una información.
3. tr. Divulgar indebidamente información secreta o confidencial. U. t. c. prnl.
4. tr. Hacer pasar una radiación o un tren de ondas por un filtro.
5. intr. Dicho de un líquido: Penetrar a través de un cuerpo sólido.
6. intr. Dicho de un cuerpo sólido: Dejar pasar un líquido a través de sus poros, vanos o resquicios.
7. intr. coloq. Cuba. Dicho de una persona: Tener mucha capacidad o competencia para captar algo.

Quizá la pelota es el líquido y los defensas el filtro? [-X
Cómo odio esa expresión, de verdad. Además, es que lo entienden justo al revés: si filtras la pelota no debería llegar al delatero y, por tanto, no pasar a la otra parte del "filtro" (que sería la defensa, digo yo).
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tronecillillon
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Re: Dudas, incorrecciones y curiosidades lingüísticas de fút

Mensaje por tronecillillon »

Rubén escribió: Cómo odio esa expresión, de verdad. Además, es que lo entienden justo al revés: si filtras la pelota no debería llegar al delatero y, por tanto, no pasar a la otra parte del "filtro" (que sería la defensa, digo yo).
No. La defensa es el filtro o colador. La pelota es el agua que se filtra entre la defensa. El balón llega, pues, limpio de impurezas al delantero. No es que me guste mucho pero las hay peores.
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Mario Alberto
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Re: Dudas, incorrecciones y curiosidades lingüísticas de fút

Mensaje por Mario Alberto »

El fútbol es juego antes que competición. Este carácter lúdico, lejos de suponer ausencia de reglas, exige el sometimiento a ciertas normas convenidas. Sin reglamento consensuado, ¿qué impediría sacar cinco balones al campo?, ¿por qué no plantar un trampolín en el área para impulsarse al cabecear?

Sin ley, no hay juego. Pese a la aparente anarquía con que los niños se esparcen y recrean en patios y jardines, son precisamente las reglas las que hacen factibles sus partidos: si el balón pasa por encima del montón de chaquetas que simula cada poste, se considera fuera, no gol; no vale «chutar a cañonazo»; ¡ulti!, ¡pénul!, al más lento en correr hasta la propia meta le toca ponerse de portero…

Lo primero para la práctica del fútbol, por tanto, es reglamentar aquello ‘que se permite’, es decir, lo que es permisible o, parafraseando aún más y por derivación, la permisibilidad de determinados gestos o comportamientos: ¿puede un jugador quitarle al portero la pelota con la mano y luego meter gol? Ya hace mucho tiempo que Futre lo intentó con Buyo y el árbitro no tuvo sentido del humor.

La permisibilidad de una acción se presta a debates como los siguientes: ¿hasta qué punto ha de sancionarse que los futbolistas se quiten la camiseta al celebrar un gol o que la levanten para enseñar una segunda prenda interior con un mensaje de apoyo a un compañero lesionado?, ¿a partir de qué nivel de profesionalidad se hace imprescindible soltar ráfagas de mocos y escupitajos aprovechando los primeros planos de los televisores en tres dimensiones?, ¿tiene sentido estipular algo a favor o en contra de estas acciones?

Cuando se habla de permisibilidad, se trata de discernir, en definitiva, qué lances del juego deben reglamentarse como válidos o amonestables.

Y, sin embargo, en los medios de comunicación pueden encontrarse frases en las que se emplea esta palabra de manera imprecisa: «Hasta ahora la permisibilidad en la aplicación de la norma facilitaba que los menores de 7 años pasaran por debajo de las aspas y se sentaran luego donde podían» o «El entrenador del Granada fue crítico con Estrada Fernández: “Ha mostrado bastante más permisibilidad con el Real Madrid que con el Granada”».

Y es que una cosa es la permisibilidad de una acción y otra la permisividad del árbitro, esto es, su ‘disposición a tolerar’ algo aun no estando permitido en el reglamento (y sin por ello llegar a preceptuarlo).

Digamos, por ejemplo, que el colegiado acostumbra a ser permisivo al dejar que los jugadores se agarren en el área hasta por el cuello mientras se saca de esquina; pero sucede que en ocasiones —y la rabia e indignación subsiguientes obedecen a esta falta de uniformidad en el criterio— un estrangulamiento concreto se le antoja inadmisible al señor de negro, tira de reglamento rigurosamente, pita penalti y se arma un pitote la mar de animado, con sus indicaciones al árbitro sobre parajes concretos adonde irse a tomar viento y recuerdos cariñosos a su mamá.

Lo permisible, en fin, tiene un sentido pasivo. A partir de ahí, la palabra permisibilidad (‘condición de aquello que se puede permitir’) está formada por analogía con otros sustantivos derivados de adjetivos que terminan en -ble: visible>visibilidad o comprensible>comprensibilidad.

Por su parte, el adjetivo permisivo encierra un matiz activo y se crea siguiendo el patrón de otros verbos terminados en -nder, -dir o -mitir: defender>defensivo, agredir>agresivo o remitir>remisivo. A su vez, igual que de agresivo se deriva agresividad, permisivo genera luego permisividad, que es la ‘condición de quien consiente o permite algo’.

De acuerdo con lo cual, en los ejemplos anteriores lo apropiado habría sido escribir «Hasta ahora la permisividad en la aplicación de la norma facilitaba que los menores de 7 años pasaran por debajo de las aspas y se sentaran luego donde podían» y «El entrenador del Granada fue crítico con Estrada Fernández: “Ha mostrado bastante más permisividad con el Real Madrid que con el Granada”».
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lFran
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Mensaje por lFran »

En la vida había oído esa confusión. Seguramente se les traba la lengua y les sale la sílaba extra :lol:
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Mario Alberto
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Re: Dudas, incorrecciones y curiosidades lingüísticas de fút

Mensaje por Mario Alberto »

Quienes narran los partidos de fútbol saben que los protagonistas son los jugadores. Su labor como profesionales consiste en cederles la pelota a cambio de la palabra: si el delantero habla en el campo con sus goles, el informador lleva la voz cantante en la cabina con sus creaciones léxicas.

Una vez pronunciadas o escritas, estas invenciones corren suertes inciertas y pueden propagarse como un incendio incontrolable o apagarse cual llama de mechero. Existe un margen de incertidumbre y nadie sabe, en concreto, qué éxito alcanzará o en qué olvido caerá esto de llamar recontra a la ‘réplica ofensiva de un contrataque’.

Común entre locutores de televisión y radio, la recontra va extendiéndose poco a poco, con más timidez que tinta, sobre las páginas de algunos rotativos: «Éver empezó la recontra y sirvió un balón perfecto a Canales» o «Tras una contra que desbarató Godín, llegó la recontra colchonera».

La recontra, creada a partir de la locución a la contra, cuenta a favor con el hecho de que resulta gráfica y se entiende con facilidad hasta por quien se topa con ella por primera vez: el lector u oyente imagina un partido abierto, de ida y vuelta, con ocasiones en ambas porterías; primero un ataque, a continuación un contrataque (mejor que contraataque, conforme a la Ortografía) y de nuevo un jugador corre hacia la puerta rival en la recontra definitiva.

Despierta la curiosidad, de cualquier forma, que se hable en femenino de la contra (y, en consecuencia, de la recontra), cuando todo apunta a que es acortamiento de contragolpe o contrataque, ambos sustantivos masculinos.

Por lo general, estas voces conservan el género de la palabra acortada: la bici es femenina como también lo son las bicicletas , y, cuando Tito Vilanova enfermó, necesitó para recuperarse quimio, acortamiento femenino —incluso acabando en -o— de quimioterapia.

Aunque no es la única excepción, pues los niños que temporada tras temporada compran el álbum oficial de la Liga BBVA no hacen sino coleccionar cromos, sustantivo masculino aun siendo acortamiento del femenino cromolitografía, según el Diccionario académico.

Quizá haya pesado en la elección del femenino, el que contra ya presenta tal género en la contra o contraportada de un libro, en la contra o contratapa de la vaca o en la contra o contrarrevolución nicaragüense, tal como indica el Diccionario panhispánico de dudas.

Finalmente, tampoco ha de descartarse que se trate de un deslizamiento semántico del boxeo y que se haya tomado del ‘golpe no directo’ también llamado contra en femenino.

De un modo u otro, la locución registrada en el Diccionario y la Gramática es a la contra, empleada normalmente con los verbos ir, salir o jugar.

Pero queda aún pendiente el análisis del prefijo re- que antecede al también prefijo contra-. Dado que contra- aporta el significado de ‘acción contraria, orientada a contrarrestar o neutralizar’, nada más lógico que de un ataque se derive un contrataque y, más brevemente, una contra; luego, como sería inelegante armar una contracontra, el genio del idioma ha apostado por el prefijo re-, que también encierra la idea de ‘movimiento hacia atrás’, como se aprecia en reflujo.

Por último, siendo el lenguaje futbolístico tan presto a la hipérbole y a la épica, puede que esta creación se apoye en parte en el matiz intensificador también presente en re-, más notable incluso en requete- y recontra-…, como en crónica recontrabreve, en fin.
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Mario Alberto
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Re: Dudas, incorrecciones y curiosidades lingüísticas de fút

Mensaje por Mario Alberto »

Quien más quien menos, todos sabemos que prefijo es lo que ‘figura o se coloca delante’ de un número o una palabra, ya sea el 34 para llamar a España desde el extranjero, ya sea el elemento compositivo auto-, que se añade a sustantivos o verbos con un significado reflexivo cercano a ‘propio’, ‘de uno mismo’ o ‘hecho por uno mismo’.

Así, por ejemplo, si un pase es la ‘entrega de la pelota a un compañero de equipo’, un autopase es el ‘pase que da y recibe un mismo jugador obviando al contrario que lo obstaculiza’. Del mismo modo, si un árbitro comete un error, probablemente recibirá más de una crítica; mientras que el entrenador que reconoce la mala disposición de sus jugadores sobre el terreno hará autocrítica.

Conforme a este criterio, es habitual que periodistas y aficionados empleen el sustantivo autogol para referirse al gol en propia puerta o propia meta: «El defensa almeriense Sebastián Dubarbier ha marcado un autogol, ha cometido un penalti y ha sido expulsado» o «En una contra, con el Valladolid tratando de llegar al área ilicitana, Fidel llegó hasta la línea de fondo y su centro casi provoca un autogol de Rueda».

Sin embargo, resulta curioso reparar en que el prefijo auto- suele encerrar un matiz de voluntariedad que, de acuerdo con el Diccionario académico, permite distinguir entre lesionarse y autolesionarse. Del mismo modo, tanto el futbolista que intenta un autopase como el entrenador que practica la autocrítica lo hacen motu proprio; mientras que el futbolista que se pusiera por objetivo ser pichichi en propia puerta seguro que terminaba viendo los partidos desde la grada y pagando la entrada al estadio.

Esta idea de acción voluntaria se aprecia asimismo con claridad —incursionando en el baloncesto por una vez— en el sustantivo análogo autocanasta. Cuando en 1962, a instancias de su entrenador, el jugador del Real Madrid Lorenzo Alocén encestó en su propia canasta deliberadamente para perder solo por dos puntos la ida de los cuartos de final contra el Ignis Varese, la FIBA se vio movida a enmendar su reglamento para que esta clase de jugadas no se repitieran: «La autocanasta anotada en los últimos instantes de un partido que evite un empate como resultado final —se decidió— comportará la inmediata descalificación del equipo al que pertenezca el jugador autor de la autocanasta».

No obstante, el Diccionario del estudiante de la Academia recoge autogol como aquel ‘gol que marca involuntariamente un jugador en su propia portería’. Esto es: valida plenamente el sentido con que se usa esta palabra, pese a no coincidir con el significado que, como se ha visto, tiende a aportar el prefijo auto-.

Valga recordar, sea como sea, que en los ejemplos anteriores también podría haberse escrito «El defensa almeriense Sebastián Dubarbier ha marcado un gol en propia puerta, ha cometido un penalti y ha sido expulsado» o «En una contra, con el Valladolid tratando de llegar al área ilicitana, Fidel llegó hasta la línea de fondo y su centro casi provoca un gol en propia meta de Rueda».

De la misma manera que se ha dicho que prefijo es lo que se coloca delante, así también la deportividad merece ser la actitud antepuesta o preferida de cuantos disputan la Liga BBVA. Ello excluye marcar goles para perder a propósito en partidos amañados y supone, en cambio, consolar al compañero que despeja sin fortuna un balón que termina en las redes de su propio equipo.
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Mario Alberto
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Re: Dudas, incorrecciones y curiosidades lingüísticas de fút

Mensaje por Mario Alberto »

De inicio se decía al principio de titular



El once titular supone siempre una declaración de intenciones, un aviso del modo en que el entrenador ha planteado el partido, al ataque o a la defensiva. Por este motivo, la prensa suele llenar sus páginas con toda clase de quinielas sobre los futbolistas que jugarán de inicio cada jornada.

¿Ha notado el lector algún giro llamativo en el párrafo previo? Aun repasándolo ahora, es probable que muchos no reparen, de puro habitual, en el uso de la locución adverbial de inicio acompañando al verbo jugar.

Se emplea tan a menudo esto de jugar de inicio o salir de inicio en sustitución de al principio, desde el principio o de titular, es tan frecuente entre los periodistas deportivos que resulta al oído de lo más natural: «Ancelotti no desvela si Bale jugará de inicio», «En punta podrían salir de inicio Stuani (1 gol) y Sergio García (2 goles)», «Décimo triunfo seguido del Atleti, que arrolló de inicio y sufrió al final»…

Sin embargo, no por reiterativo resulta menos curioso que en España —no tanto en América— se trate de un uso restringido a un ámbito concreto, característico sobre todo del lenguaje deportivo. Desde luego, en otros contextos, cuando se quiere expresar que algo sucede desde el principio o al principio, se tiende a recurrir justo a estas variantes u otras similares, no a de inicio.

Así, una persona puede causarnos una buena impresión inicial o caernos bien de primeras; es posible que congeniemos con ella al instante o hacer migas desde el saludo de presentación. Como se prefiera. Ahora bien, como esa persona afirme que simpatiza de inicio con nosotros, sin duda pasará lo que le ocurre al jugador que cabecea un balón pegado al larguero: que choca.

Y ya metidos en quebraderos de cabeza, no está de más preguntarse a qué se deberá que de inicio triunfe tanto cuando el español ya contaba años ha con la locución en desuso de comienzo. Con ser una mera cábala, acaso haya influido la ubicuidad de los ordenadores personales, todos ellos con su botón de Inicio en las pantallas dándonos los buenos días, así como con sus recomendaciones de reiniciar el equipo cada vez que se instala un programa o se completa una actualización.

De un modo u otro, coincidencia temporal o auténtica relación causa-efecto, lo cierto es que, antes de esta era digital, iniciar apuntaba singularmente —además de equivaler a empezar— a una primera experiencia vital: uno se inicia solo una vez en una práctica espiritual o en el sexo (a partir de ahí será devoción o afición) y en muchas tribus se marcaba el paso de niño a adulto mediante determinados ritos llamados iniciáticos.

Aunque pervive, este matiz de primera experiencia va difuminándose de tanto elegir continuamente iniciar en lugar de alternar más con empezar, comenzar, principiar, debutar, estrenarse o inaugurarse, según el contexto, por no mentar el también omnipresente y ya pelmazo arrancar.

Bienvenida sea, en cualquier caso, la locución adverbial de inicio. Pese a no estar registrada aún en ninguno de los diccionarios principales de referencia, no cabe duda de que puede considerarse perfectamente válida dado su tremendo arraigo entre los futboleros. Confiemos, esto sí, en que tamaña invasión de iniciar no termine por conquistar todo el idioma. El español es un bien común perteneciente a sus usuarios. Que así siga ocurriendo es cuestión de principios, no de inicios.
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Mario Alberto
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Re: Dudas, incorrecciones y curiosidades lingüísticas de fút

Mensaje por Mario Alberto »

[...]Futbolistas y equipos, colectivos e individuos: ¿a qué dar prioridad? Todo entrenador, si desea cosechar éxitos, ha de conocer las fortalezas y debilidades de sus futbolistas. A partir de ahí, procurará un equilibrio armonioso entre el sistema táctico propuesto al conjunto y la libertad personal que permite a un jugador talentoso embarcarse en una galopada no prevista en los entrenamientos o probar una pared o una cola de vaca que tampoco se hallaban en la pizarra.

Individuo y colectivo, en fin, están íntimamente relacionados. Tal vez por eso el sustantivo colectivo efectivo se emplea hace tiempo para referirse a individuos: «Sin ellos, el Málaga solo tiene a dos efectivos en ataque», «Con Marko Marin, el técnico sevillista recupera a uno de sus mejores efectivos en ataque» o «El Levante se va hacia arriba, pero le faltan efectivos en ataque».

En principio, según el Diccionario panhispánico de dudas, se trata de un uso inadecuado, pues efectivo es sustantivo colectivo (perdón por la cacofonía) y significa ‘número de hombres que tiene una unidad militar’, no ‘individuo componente de un efectivo’.

Conforme a la Academia, por tanto, es correcto escribir «Preparan un efectivo de 7500 militares», pero no «Preparan 7500 efectivos», y en los ejemplos anteriores lo apropiado habría sido optar por variantes como «Sin ellos, el Málaga solo tiene a dos delanteros», «Con Marko Marin, el técnico sevillista recupera a uno de sus mejores atacantes» y «El Levante se va hacia arriba, pero le faltan jugadores de ataque».

Ahora bien: dada la extensión y aceptación crecientes de este empleo, y comoquiera que todo idioma es también patrimonio colectivo, es probable que en un futuro no lejano termine aceptándose y, de hecho, el Diccionario del español actual, de Seco, Andrés y Ramos, ya recoge dicho uso, aunque marcado como semiculto.

Cabe recordar, por último, que ya existen otros pares análogos, en los que coinciden los significados colectivo e individual: el sustantivo defensa alude a toda la línea zaguera, pero también a cada uno de sus componentes; la delantera de un equipo femenino la forman sus delanteras individuales, y jurado, por poner un último ejemplo, puede designar tanto al conjunto de personas elegidas por sorteo para enjuiciar determinados delitos como a cada una de esas personas.
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Mario Alberto
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Re: Dudas, incorrecciones y curiosidades lingüísticas de fútbol

Mensaje por Mario Alberto »

La última jornada del campeonato liguero supone siempre mucho más que la simple suma de diez partidos. Aunque cada encuentro conste únicamente de sus habituales noventa minutos —más el tiempo añadido, de infarto en estos enfrentamientos—, las manijas inconmovibles del reloj no bastan para medir la duración pasional, el pulso frenético en la muñeca, el gesto desencajado.

Llegados a la recta final, casi todos los equipos pelean todavía por algún objetivo. Solo los más exitosos y trabajadores dependen exclusivamente de sí mismos o ya han alcanzado incluso su meta. Tal es el caso del Barcelona, que, deseoso de centrarse en la final de la Liga de Campeones, no ha esperado a la última cita del calendario para proclamarse justo campeón de la Liga BBVA.

Otros conjuntos, en cambio, no solo necesitan ganar sus partidos, sino también esperar el desenlace de segundos enfrentamientos. Sus jugadores se agarran al césped con los tacos de las botas, pero miran al cielo con una súplica en los ojos y un temblor en los labios, la plegaria silenciosa de que la lotería deportiva caiga este año a su favor y, contra todo pronóstico, se produzca el gran milagro.

La calculadora echa chispas: sucede entonces que el Almería se la juega contra un Valencia que aún aspira a la tercera plaza, mientras que el Eibar lo tiene todo a su favor para ganar al Córdoba, ya descendido. Eso sí, ambos necesitan la victoria sí o sí para apurar sus posibilidades de permanencia. Para ellos, un empate es una derrota, la consumación del descenso, el peor de los batacazos.

Por otra parte, en este azar de carambolas incontrolables un empate puede resultar una victoria si el reparto de puntos conviene a los dos equipos en duelo (y no por ello habrá de hablarse de amaños, tongos o pasteleos). Sin ir más lejos, tanto el Atlético de Madrid como el Granada saldrían beneficiados si al concluir su partido de la última jornada hay tablas en el marcador.

¿Y qué ocurre con el Dépor? Pues que su misión no es fácil. Pese a que el reciente campeón estará más relajado tras la consecución del título, los de Luis Enrique no querrán aguar la celebración ante su público. Si los gallegos consiguen arañar un punto, tendrán razones sobradas para festejarlo y se dirá entonces, a buen seguro, que habrán logrado empatarle al Barcelona.

Se trata este de un uso curioso, pues, en principio, empatar solo va seguido de la preposición a para introducir el número igual de tantos marcados por los equipos: empatar a cero/uno/dos goles; mientras que el equipo con el que se empata se introduce con la preposición con: «España empató A un gol CON Corea», pone de ejemplo el Diccionario del estudiante, de la Real Academia Española.

Y, sin embargo, son numerosos los ejemplos en los que el rival se introduce con la preposición a, sobre todo en Hispanoamérica: «El Celta ya le fastidió media Champions al Sevilla la pasada jornada tras empatarle en Balaídos al conjunto nervionense», «Valencia le empató al Real Madrid y le sirvió el título al Barcelona» o «El Barcelona no tuvo el exceso de confianza que los dirigidos por Luis Enrique habían mostrado el año anterior, cuando el Getafe le empató en la hora».

Aunque no se trata más que de una intuición, todo apunta a que estamos ante un uso asimétrico, de modo que el débil o históricamente inferior le empata al poderoso o tradicionalmente superior, pero no al revés. Así, si en el próximo partido en el Camp Nou los puntos se reparten, ¿qué es más probable que se diga: «El Barcelona le empató al Dépor» o «El Dépor le empató al Barcelona»?

En caso de duda, lo más seguro será optar por el régimen habitual de introducir el adversario con la preposición con; pero, puestos a conjeturar, presumo que la mayor parte de los aficionados leería con más naturalidad «El Dépor le empató al Barcelona».
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lFran
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Re: Dudas, incorrecciones y curiosidades lingüísticas de fútbol

Mensaje por lFran »

Eh, la expresión de "filtrar el balón" es muy gráfica: una defensa está muy cerrada y solo un crack puede encontrar el hueco.

Sobre lo de "empatar a": que se metan sus normas por el culo. Todo el mundo entiende lo que quiere decir y todo el mundo lo dice, así que la RAE puede cantar misa, que no son dueños del idioma.
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